Alivio
“¡Al diablo!” le gritó con todas
sus fuerzas, mientras sus pequeñas manos se abalanzaban rabiosamente
una y otra vez contra un pectoral cuarentón que no oponía
resistencia.
Sin voz y hecha un mar de lágrimas,
recogió sus cosas en una maleta de circunstancias y pegó un portazo
de los que hacen historia. Desde la cama él rió y se sintió
profundamente aliviado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario