sábado, 12 de noviembre de 2011

Microrrelato para 17/11/2011


Libre
“Muerto pero mío” dijo para sí mientras esbozaba una maquiavélica sonrisa que pasó desapercibida, al igual que la furtiva visita del juez y los dos testigos, que salían juntos por la puerta de atrás.

Antes de hacer pasar a la habitación a sus recién estrenados hijos, se sintió liberada de aquel rijoso anciano y lloró de felicidad, unas lágrimas muy valiosas para ser convincente plañidera. 

Con la cara humedecida, abrió la puerta y comunicó la triste noticia con estudiada afectación. Mientras pasaban todos para la vela, sintió una conocida calidez en el abrazo del fornido enfermero.