domingo, 23 de octubre de 2011

Microrrelato para 27/10/2011


Beatus ille
Como tantas veces había hecho de niño, arrancó una pequeña mata de espliego y se llevó un tallo a la boca, que se vio invadida por una suave y añorada amargor.

Anduvo algunos metros disfrutándola hasta que llegó junto al río, donde buscó el viejo chopo que en tantas ocasiones le había regalado su sombra. Bajo sus desnudas ramas revivió la suave brisa que mecía sus hojas, al tiempo que el constante murmullo del agua le habló de quienes le descubrieron aquel tesoro. Entonces lo encontró su mujer, la única testigo de sus lágrimas.

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