miércoles, 11 de junio de 2014

Abriendo cajas...

Hace poco escuchaba atento a una escritora que explicaba cómo había cambiado su vida. Todo había empezado al limpiar el piso de su madre tras su fallecimiento. Allí había encontrado una serie de antiguas cajas que le permitieron descubrir una historia que sus padres se habían esforzado en ocultar públicamente, pero de la que guardaban privadamente un completo registro, inaccesible hasta entonces incluso para sus propios hijos.

En la vida se abren muchas cajas, algunas físicas y otras metafóricas, que contienen experiencias vitales que sorprenden a quien las conoce por primera vez. En mi caso, fue un auténtico regalo que no llegué a comprender hasta mucho tiempo después.

Durante mi niñez, mi abuelo materno disfrutaba acompañándonos durante nuestras vacaciones de verano en Cuenca. Una de aquellas calurosas tardes que invitaban a un chapuzón había empezado repentinamente a cambiar, nublándose cada vez más y corriendo una brisa más fresca de lo aconsejable. Junto al río y ante aquel imprevisto, mis padres habían decidido que diésemos un paseo por la orilla. Sin embargo, él prefirió quedarse e ir un poco más tarde a pegar la hebra con un pastor que divisábamos. Aquel hombre parecía tener una edad similar a la suya y sólo se encontraba un centenar de metros más arriba de donde estábamos...

Nuestro paseo transcurrió con tranquilidad, marcado por la curiosidad infantil ante un entorno que apenas conocíamos poco más allá del curso del río. Un insecto por aquí, la sorpresa ante el salto de un pez por allá, un rato haciendo saltar la piedra sobre el agua... A nuestro regreso, nos quedamos de piedra con la estampa de mi abuelo y el pastor abrazados entre lágrimas. Mi madre no daba crédito... "¿Qué le pasa a mi padre? ¿Le ha dado algo?" le decía preocupada a mi padre. Llegamos a donde se encontraban, justo antes de que ambos se despidiesen, insistiendo el pastor en que fuésemos a comer a su casa.

Cuando aquel hombre hubo desaparecido de nuestra vista junto con su rebaño, mi abuelo nos repitió varias veces "No os vais a creer lo que me ha pasado..." Y entonces empezó con uno de los relatos más emocionantes que he escuchado en mi vida.

Todo empezó así: después de que iniciásemos el paseo, él había esperado tranquilamente un rato antes de ir al encuentro del pastor. Se habían saludado educadamente y conversaban sin más sobre el tiempo, el paraje, etc. La cosa se fue animando y apareció un tema inevitable: la Guerra Civil.

De aquel episodio cruento de nuestra historia descubrieron que habían luchado en bandos diferentes, y ambos coincidieron al comentar las penurias que habían pasado. En ese punto, mi abuelo hizo referencia a que en uno de sus destinos las había vivido de cerca: el penal del Dueso, en Cantabria. Allí había tenido funciones de centinela, un trabajo ingrato por el que recibía un rancho muy justo (todo un lujo si se compara con las migajas que llegaban a los internos). Ante esta situación, muchos de los integrantes del cuerpo de guardia decidían con frecuencia apartar una parte de su ración para destinarla a los que peor lo pasaban dentro en aquellas celdas atestadas, consumidos por la hambruna o por enfermedades.

El pastor escuchaba en un tenso silencio, hasta que masculló: "Estuve allí dentro durante esta época".

Mi abuelo se quedó de piedra, pero prosiguió con su relato. "El peor caso que conocí fue el de un preso en el que muy pocos confiaban que se salvase. Tan mal estaba que más de un día le di por completo mi comida". Todavía recordaba el número de celda y la galería donde se encontraba, y así se lo hizo saber. Un mar de lágrimas empezó a poblar la cara del pastor... El hombre reunió fuerzas de flaqueza para decirle dos palabras más que inesperadas:  "Era yo", y a continuación darle un abrazo más desde lo más profundo de su alma. En aquel momento fue cuando les vimos regresando del paseo.

Aún hoy en día me emociona la historia, haciéndome sentir muy orgulloso de mi abuelo y de su calidad como persona. Su conversación con el pastor no sé se debió al azar fue azar o fue un auténtico capricho del destino, o como quiera llamarse... Lo que sé es que "eso" abre cajas que no dejan de sorprendernos y que nos hacen ver la vida de otra manera.    

domingo, 14 de octubre de 2012

Microrrelato para 18/10/2012


Ciencia sin razón 
"De corazón y científicamente, puedo asegurarle con rotundidad que su abuelo, el sr. Francisco Calomarde, ha dejado de padecer la paraplejia severa que le postró en una silla de ruedas durante más de veinte años".

Así de solemne fue el dictamen del doctor Pujalte, quien adujo a continuación una larga retahíla de sustancias y porcentajes que no alcancé a comprender.

De la milagrosa recuperación se atribuyó el mérito aquel mediocre galeno. Para mis adentros, siempre supe que lo tuvo el voluptuoso escote de la cuidadora de noche...

lunes, 6 de agosto de 2012

¿Qué haces estas vacaciones?

Un poco más y se me pasa... Este verano no podía faltar un post clásico en este blog: aquel que os invita a que expliquéis vuestras vacaciones, donde quiera que os encontréis. 


Los lectores habituales de este blog disfrutarán de sus destinos veraniegos: junto a los clásicos (como Mili en L'Ampolla, Monka por Albons o La Cachonda Habladora por Castilla y León), también habrá quien disfrute de Catalunya en toda su extensión (como Toneta), en espera de conocer el lugar (Arken y familia) o salga a conocer la Alsacia francesa (como es mi caso)... 

Con este post os animo a todos los lectores (disculpas a los no incluidos en la lista) a que escribáis cuatro líneas de lo que estáis haciendo y os enteréis al mismo tiempo de lo que otros están haciendo por esos mundos de Dios. Y si enviáis una foto al Pobrecito hablador, mejor que mejor, porque a la vuelta haremos otro post especial con ellas.

¡Un fuerte abrazo a todos los lectores y buenas vacaciones!

jueves, 10 de mayo de 2012

Empecemos una vez más

Lo que cuenta son los hechos, no las palabras. Después de publicar el post de declaración de intenciones, ya he empezado a recibir comentarios escritos o hablados sobre él. Y puestos a revivir el blog, hay que ponerse manos a la obra.

Por ejemplo, hoy he intentado sondear qué temas os pueden interesar más. Las respuestas han sido:

  • Actualidad. Se trata de un filón inagotable, aunque muchas de las noticias que surgen no invitan precisamente al optimismo (política y economía, por poner un ejemplo). 
  • "Universidad de padres" (literalmente). Dicho de otro modo, y parafraseando a una revista del sector, "Ser padres". Eso va a estar francamente difícil: no soy experto ni padre... sorry!
  • Sexo (mmm... ¿A quién no le gusta?) Algunas de las oyentes siguen el consultorio de Silvia de Béjar en Hoy por Hoy de la Cadena Ser, a las que también les recomiendo el blog Eros que publica El País.
  • Otros. Este cajón de sastre puede estar lleno de sorpresas... Costumbres, cine, música, películas, arte, viajes, etc.

Ha sido una conversación distendida, de la que he salido todavía un poco más animado para seguir llenando de contenido este blog. Ahora hay que empezar a trabajárselo un poco para publicar artículos con calidad y que os llamen la atención, no hacerlo al tun tun.

Para empezar, un intento. De aquí a muy poco se celebrará el Gran Premio de Fórmula 1 en el Circuito de Montmeló, que subsiste en gran parte gracias a los espectadores que vienen de fuera de nuestro país. Entradas carísimas para ver un deporte al alcance de muy pocos, que exige unas inversiones descomunales... Una auténtica elegía al despilfarro, en opinión de muchos. Por si fuese poco, todo el mundo que lo rodea es uno de los símbolos más reconocibles del lujo, en el que algunos de sus miembros hacen una ostentación más que indecente de su riqueza. Y aquí vienen mis dos preguntas:

  • Con la que está cayendo en nuestro país, ¿creéis que es el mejor momento para que se celebre una carrera de este tipo?
  • ¿Debería reinventarse la F1 para que esté más cerca de los aficionados?  

El debate queda abierto. Ahora os toca a vosotros opinar. 

martes, 8 de mayo de 2012

Triunfar y emocionar, la receta de John Mayer

Cada vez me gusta más la música que me transmite algo, que me emociona, que me llega. En este sentido, me acaba cansando buena parte de la música enlatada y prefabricada de hoy en día, en especial el "chunda-chunda".

Uno de los músicos actuales que tiene la virtud de emocionar, ya sea con su guitarra o con sus letras, es John Mayer. Desde que oí su famoso Gravity, un sencillo pero potentísimo blues, le he pillado el gustillo a su música. Ya os he escrito más de un post sobre él, así que no me extenderé. 

Como el movimiento se demuestra andando os hago llegar una muestra de su último trabajo, llamada Shadow days (dentro de un disco llamado Born and Raised). Sencillo y directo, y con un estribillo con el que no puedo dejar de identificarme. 

Ahí va...

Declaración de intenciones

Hace mucho, tal vez demasiado, que este blog parece contener únicamente los microrrelatos que escribo para el concurso que organiza semanalmente el programa Hoy por Hoy de la Cadena Ser. Algunos son escritos con especial ilusión, otros simplemente para cubrir el expediente, y por último también se encuentran algunos que una vez leídos con distancia no me gustan ni mí mismo. 

Todo microrrelato o escrito que se publica en este blog es un vehículo de expresión de su autor respecto a cualquier tema, pero está concebido para que lo leáis, lo hagáis vuestro y opinéis al respecto, sea cual sea vuestra postura. Un blog se nutre de la relación con sus lectores, así que os animo a participar más a menudo en éste para mejorarlo constantemente y mantenerlo vivo. Todo ello no quita que os agradezca el rato que le dedicáis de vez en cuando.

Sigamos dándole vida entre todos a este blog. Aquí os sigo esperando...



sábado, 31 de marzo de 2012

Microrrelato para 05/04/2012


Sin problemas de transmisión
Con nuestro mecánico de confianza tuvo que ir mamá a la capital para cobrar el décimo, mientras papá se quedaba en casa con una pierna en alto. Aquella mañana Pepe había dejado su habitual mono azul y se había vestido de domingo.

Desde la ventana del salón pude ver su pícara sonrisa mientras le abría la puerta a mamá, radiante con su vestido floreado y un precioso recogido.

Regresó justo antes de la cena con el premio, el pelo suelto y una sonrisa nerviosa. Meses después supimos que, a pesar del mecánico, aquel día falló la marcha atrás.