
Desde el otro lado del teléfono no dejaban de darle ánimos.
- Gracias, pibe, mañana te explico. Ahora voy a cenar.
Colgó y se arrastró lastimosamente hasta el comedor. Absorto ante su plato, oyó a su madre que le decía:
- Come algo, Leo, y deja de pensar ya en el penalti del Bernabéu...